

Aniversario de magia: 72 años del Colegio Amada Sofía
Relato del profesor Remus J. Lupin, testigo privilegiado de una semana encantada en Coltauco «No hay hechizo más poderoso que el que une a los corazones por una causa común». (Antiguo proverbio de la Sala de los Menesteres).

Confieso que hace tiempo no experimentaba algo así. La semana del 16 al 19 de junio, el Colegio Amada Sofía no solo celebró su aniversario número 72… Lo encantó, literalmente.
Desde el primer día, se sintió el temblor leve de una magia antigua. Los pasillos cambiaron. Los ojos de los estudiantes brillaban con esa chispa que no se enseña en ninguna clase: la emoción verdadera de estar viviendo algo irrepetible.
Inspirados por el mundo de Harry Potter —ese viejo amigo literario que tantos dragones ha domesticado en la infancia de millones—, la comunidad entera se transformó en Hogwarts. Y no exagero. Se alzaron los estandartes de Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin; se formaron las casas, las alianzas; y hasta los más escépticos parecían creer, por un momento, que todo era posible.
Yo mismo —varita en mano y chaleco bajo capa— recorría los patios convertido en testigo de un hechizo mayor:
el del compromiso,
la creatividad
y la alegría.
Magia en movimiento
Hubo quidditch (sí, aunque sin escobas voladoras… por ahora), fútbol de tres pies, juegos de ingenio, coreografías temáticas, desfiles con trajes confeccionados en materiales reciclados, y algo que aún no logro explicar del todo: el talento desbordado en las presentaciones de bandas británicas.
Ese jueves 19, con un frío que haría tiritar hasta al sombrero seleccionador, los profesores y profesionales del colegio se subieron al escenario con el alma encendida. Lo dieron todo. Los Beatles se sintieron pequeños al lado de lo que ocurrió ahí. No lo digo yo; lo dijo una estudiante de primero básico con un gorro de lana que le tapaba los ojos:
—Profe, esto no es un colegio. ¡Es un sueño!
Y tenía razón.
La batalla por el cáliz de oro
A medida que avanzaban las jornadas, la competencia se volvió feroz. Pero no de esas que ensucian. No. Esta era una competencia noble, como de caballeros y magas ancestrales, donde perder dolía, pero no daba vergüenza; y ganar se celebraba, pero sin soberbia.
Las jefas de alianza —auténticas capitanas de barco en mar embravecido— guiaron a sus casas con firmeza y dulzura:
- Eliana Vargas, líder de Slytherin, con mirada afilada y corazón decidido.
- Lucía Jilberto, Gryffindor pura sangre: valiente, frontal, leal.
- Fernanda Medina, mente ágil de Ravenclaw, estratega de la armonía.
- Martina Galaz, alma bondadosa de Hufflepuff, incansable en el aliento.
Desde Prekínder hasta Cuarto medio, todos y todas jugaron, gritaron, crearon, y se entregaron con el alma. Fue una batalla hermosa. Y cuando el polvo del campo se asentó, una sola casa levantó el cáliz dorado…
¡Slytherin!
Sí. Slytherin. Aunque algunos torcieron la boca (quizás por historia previa o fama de villanos), debo decir que la alianza verde demostró con creces que también se puede ser astuto y justo, competitivo y amable.
Un grito que quedará para siempre
Y si algo selló este aniversario con tinta indeleble fue el nacimiento de nuestro grito institucional. No fue escrito por un comité. No bajó por decreto. Fue gestado en la efervescencia de aquellos días: una creación colectiva que ya retumba en pasillos, patios y corazones.
Un grito que nos recuerda quiénes somos. Y hacia dónde vamos:
Fuerza, conciencia y rebeldía
Colegio Amada Sofía (x3)
C-A / C-A / C-A
S-G / S-G / S-G
C-A / S-G
Caminado por la fe
Hasta que el hechizo se repita
A quienes no estuvieron, solo puedo decirles esto: el Colegio Amada Sofía fue otra cosa esa semana. Fue más que una institución. Fue castillo, fue bosque encantado, fue casa común.
Y eso, queridos lectores, no lo logra ningún conjuro.
Gracias a todos los que hicieron posible esta aventura. A las jefas de alianza, a los docentes y profesionales que dieron el cuerpo, al equipo directivo que confió, a los asistentes de la educación que empujaron tras bambalinas, y a cada estudiante que creyó que la magia sí existe… cuando la hacemos entre todos.
Con gratitud,
Prof. Remus J. Lupin
Profesor de Defensa contra el Desencanto Escolar
Colegio Amada Sofía.
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